Fin de Semana en Barcelona

El viaje comenzó con algún que otro incidente que nos obligó a cambiar de planes sobre la marcha.

Por escasos minutos vimos como el tren se marchaba de la estación del norte de Valencia… sin nosotros, así que no tuvimos más remedio que subirnos al coche y ponernos rumbo a Barcelona.

Después de unos cuantos kilómetros y peajes llegamos a la ciudad condal y después de más de media hora de espera a la entrada de la ciudad, conseguimos llegar a nuestro alojamiento de fin de semana.

La verdad que la bienvenida que nos otorgó Barcelona no fue de las más vistosas, pero era de esperar pues 65000 personas se dirigían al estadio olímpico de Montjuic para ver el concierto. Después de descargar nuestros bártulos, subimos a un taxi y nos dirigimos al lugar de tan magno evento.

La organización del evento dejó mucho que desear; los teloneros ya habían terminado y Coldplay estaba a punto de empezar a tocar cuando aun en las puertas, tropecientas mil personas intentábamos entrar por las escasas dos puertas habilitadas.

Ni un mísero cartel indicando las puertas, ni una persona informando, nada. No he ido ha muchos conciertos de esta magnitud, pero si la organización es siempre así, casi que no voy a ir a muchos más.

El concierto en sí estuvo de lujo; Coldplay y su cantante Chris Martin se entregaron al máximo, a pesar de los múltiples problemas de sonido que tuvieron durante algunas fases del concierto. Creo que esto no se puede permitir en un concierto que aglomera a tantas y tantas personas y que la entrada más barata ya vale la friolera de 50€.

A pesar de todo esto y que en ocasiones se oía más al público gritar: «¡No se oye! ¡No se oye!», los integrantes del grupo lo dieron todo y disfrutamos mucho de su música, sobretodo cuando comenzaron los acordes de «Viva la vida». Ese fue el clímax del concierto. El delirio total. Vamos una pasada…

El resto del fin de semana transcurrió sin muchos sobresaltos. Una visita al parque Güell después de comer, un paseo por las Ramblas y el mercado de La Boqueria (cabe destacar que la noche anterior hubo una redada y se llevaron todas las prostitutas que tanto habían salido en los medios de comunicación), un paseo más por el puerto y la zona de El Born… y cuando nuestras piernas nos dijeron basta de tanto pateo, cenamos en un restaurante italiano cerca del puerto.

No voy a decir el nombre porque ni era pésimo, ni una pasada… normalito, vamos.

Al día siguiente recogimos nuestras cosas y rumbo a casa, rumbo a Valencia. Esta vez con mucho menos tráfico, pero los mismos peajes.

Si no pasa nada, nuestra próxima reunión en este blog no será ya en España…¿Australia quizás?

Un abrazo a tod@s