Great Barrier Reef

Después del pequeño homenaje a pequeños «amigos australianos» toca el resumen semanal de las aventuras australianas de un joven enfermero. Esta vez nos hemos demorado un poco en la publicación, pero es una forma de darle un poco de emoción al asunto.

Si mal no recuerdo y el alcohol no ha matado las pocas neuronas que me quedan, la semana pasada comenzó con una pequeña partida de poker en nuestro lugar de encuentro habitual, podemos llamarla ya nuestra sede oficial: la casa de Elisa.

Después de clase y después de nuestro queridísimo iLab (una especie de clase con ordenadores dónde lo único que hacemos es perder el tiempo…) recogimos nuestros bártulos escolásticos y pusimos rumbo al Uni, rumbo a nuestra morada.

Fue una tarde de cartas, intentando enseñar a Carlota el preciado juego del Poker al descubierto, o cómo lo llaman por aquí Texas no se qué. Hay que decir que fue una tarde pasada por agua, pues comenzó una tormenta que duraría toda la noche. Era la señal del fin del mundo, o al menos eso parecía; los rayos y centellas asustaban al más valiente caballero del reino… En cuanto la tormenta me concedió una tregua agarré mis cosas y para casita que plou…(nunca mejor dicho).

El martes fue un día lluvioso si mi memoria no me juega una de sus malas pasadas, así que votamos por tarde de peli en el sofá y palomitas de maíz. Estoy haciendo esfuerzos sobrehumanos para intentar recordar la peli que alquilamos, pero creo que el alcohol del fin de semana mató la neurona que se encargaba de guardar esos datos… así que os vais a quedar con las ganas de saberlo, al menos hasta que una de las chicas comente la nota y nos recuerde que película vimos. Gracias de antemano. No hay mucho más que contar de ese día. Simplemente un día más.

El miercoles seguía lloviendo y me reuní con las chicas en Garden City (un centro comercial megaenorme)… la suerte me acompañó y comenzó la tormenta del siglo en el mismo momento que toqué el suelo del centro comercial; las chicas no tuvieron la misma suerte y digamos que se mojaron una miaja.

Ese miércoles iba a ser día de Juzgados Australianos, pero si la tormenta no paraba no nos la íbamos a jugar. Y la tormenta siguió y siguió… así que hicimos la segunda tarde de peli y palomitas en el sofá. Cómo no, en nuestra humilde morada. De esta peli si que me acuerdo pues duró como tres horas: Pearl Harbor.

El jueves iba a ser día de cine, pero tuvimos un pequeño contratiempo y equivocamos las fechas de la película que pretendíamos ver, así que cambiamos cine por vino, pues nos enteramos poco después que era la despedida de un compañero de escuela que volvía a su país.

Así que ni cortos ni perezosos, nos hicimos con una caja de vino y deleité a las damas con una cena improvisada. Se quejaron un poco, pero sé que en el fondo les gusta y aprecian mis manjares. Es verdad que los ingredientes que tengo aquí no son los mejores, pero se hace lo que se puede con lo que hay. Otro gallo cantaría en España.

Y por fin llegamos al viernes. Por fin íbamos a comenzar nuestro viaje a la Gran Barrera de Coral. Ni que decir que el viaje de ida lo haríamos con una resaca del 15. Maldito vino traidor!!!!!

Con nuestra mochila llena de ganas de viajar e ilusión por lo nuevo nos encaramamos a uno de los autobuses más incómodos con los que me ha tocado lidiar. Y para colmo mi compañera de viaje, una tal Carlota se quedó profundamente dormida en la pequeña curva y me tocó conversar con un mejicano que no calló en las 7 horas que duró el viaje.

Y sí mis jóvenes padawanes, un viaje de 7 horas en un autobús incómodo y sin una mísera película no es uno de mis viajes soñados… y no penséis que el lugar al cual ábamos estaba a 700km, no, más lejos de la realidad… estaba a escasos 400km, pero en Australia las carreteras son así y a veces te toca viajar en carreteras de varios carriles por dirección y otras te jodes y solo hay un carril por dirección.

Así que después de 7 horas y la cabeza como un bombo, llegamos a nuestro alojamiento de fin de semana… nos prometieron un resort con piscina y cerca de la playa, pero la piscina la sigo buscando y para llegar a la playa tenías que cruzar una selva y jugarte la vida, sobretodo de noche.

Y encima, para colmo la organización y la distribución de las habitaciones fue un completo desastre; después de mucho esperar nos tocó una habitación de 10, la más lista y la que mejor suerte tuvo (no sin mucha lucha de antemano) fue Carlotita, pues le tocó una cabaña con una habitación propia y cama de matrimonio… si las que tienen suerte.

La cena no resultó un lujo, digamos que consistió en una pequeña barbacoa sin sillas para todos. Después de tan delicioso manjar, paseo a la playa y pronto a dormir que al día siguiente tocaba madrugón del 15.

A las 6 tocaron diana, bueno para mí antes, pues un personaje de la habitación se olvidó de apagar su despertador y a las 5 de la mañana despertó a media barriada. Por supuesto el menda no pudo dormir más, así que hice un viaje a la playa para fotografiar el amanecer. No hay mal que por bien no venga.

Después de un exclusivo desayuno (notase un tono irónico) nos acercamos al puerto y embarcamos en nuestro barco que nos llevaría a la Isla de Lady Musgrave (o algo por el estilo). Damas y Caballeros, no he visto un espectáculo tan lamentable como el que nos tocó vislumbrar…

El barco navegaba a contra ola y los saltos que daba eran como de Montaña Rusa, pero de las malas, de las de Feria. El 90 % del pasaje se mareó y prefiero no contar muchos detalles de lo que vivimos.. solo decir que el tipo que fabrica las bolsitas para vomitar hizo el Agosto esa mañana.

Después de dos horas, llegamos por fin a nuestro destino. Una paradisíaca isla con aguas cristalinas y peces de todas las clases y colores. La barrera de Coral en medio de nuestro barco y de la isla era de una belleza incomparable… tenéis que verlo con vuestros propios ojos para apreciar lo que digo.

Las fotos que he publicado en mi Facebook son solo una pequeña muestra de tan digna postal. Estoy convencido que esa es una de las maravillas naturales de nuestro planeta y yo la he visto con mis propios ojos. La pena que la estamos destruyendo cómo casi toda la totalidad del planeta tierra.

Enseguida nos calzamos las aletas y el Snorkel y, ¡al agua patos! Qué emoción el nadar y bucear con esa cantidad de peces. La tranquilidad y la relajación que emana esa actividad es inigualable. Tengo ganas de repetir de nuevo!

Después de un largo baño nos acercamos a la isla y en un abrir y cerrar de ojos nos la recorrimos de norte a sur, de este a oeste. Nos hicimos las fotos reglamentarias y de nuevo al barco a seguir nadando y buceando. El objetivo era encontrar a Nemo, pero para mi desgracia no me topé con el, pero sí con otros de sus compañeros de película. Os animo a visitar mis fotos en Facebook.

Ya de regreso a tierra firme y después de nuestra deliciosa cena, nos tocaba fiesta de disfraces en la playa. Ni que decir que aquí el que suscribe se llevó un premio gracias a su disfraz de Jack Sparrow! La fiesta fue realmente divertida y disfrutamos como enanos (y bebimos como borrachos). Estoy convencido que esa noche me hice una foto con al menos el 80% de la gente!!! El alma de la fiesta, vamos…

El domingo fue día de playita y de relax…no había fuerzas para más. Y por supuesto fue día de regreso a casa, en nuestro queridísimo autobus… otras 7 horas de viaje, aunque esta vez más tranquilo y sin la cotorra al lado.

Y queridos amig@s y compañer@s de fatigas, esto es todo lo que deparó la semana pasada.

Es seguro que me dejo detalles por contar, pero es también seguro que apreciareis lo que os vaya contando.

Nos vemos en la próxima edición en este nuestro blog. Solo un pequeño adelanto: fiestas, alcohol y cumpleaños de Carlota. Lo que nos deparará el finde, solo el vino lo sabe!

Nos vemos en los bares queridos míos… Un abrazo a ellos y besos, muchos besos para ellas.